Blog Un nuevo estudio revela que las inversiones estratégicas en 5 países son la clave para afrontar los retos climáticos en la producción ganadera

Para hacer frente a la crisis climática, un cambio de paradigma en el sector ganadero mundial no es una opción, sino una necesidad. Pero, ¿cómo y dónde debe producirse esta transformación? En un nuevo artículo científico que publicado hoy en la revista Nature Sustainability, investigadores de la Iniciativa Ganadería y Clima de CGIAR y de la Universidad de Wageningen descubrieron que las inversiones en sólo un puñado de países - India, China, Brasil, Pakistán y Sudán - pueden tener un enorme impacto tanto para la Tierra como para las personas. Según los autores, a nivel global los cambios en el sector ganadero tienen un gran potencial para mitigar la crisis climática y ayudar a las personas a adaptarse.

La producción ganadera contribuye al cambio climático y, al mismo tiempo, es vulnerable a él. Los eructos y el estiércol de los rumiantes liberan a la atmósfera el gas de efecto invernadero metano, y también hay otras emisiones de carbono asociadas a la ganadería. La producción ganadera es responsable directa del 5,8% de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero, y de casi el 23% si se incluyen la deforestación y la degradación del suelo asociadas. Los alimentos de origen animal representan alrededor de un tercio de la contribución de los sistemas alimentarios a las emisiones mundiales.

Sin embargo, la huella climática de la mayoría de las comunidades dependientes de la ganadería en el mundo en desarrollo es mucho menor que la de los sistemas intensivos habituales en los países desarrollados, mientras que los riesgos climáticos como las sequías, las olas de calor y las inundaciones afectan de forma desproporcionada a los pequeños agricultores del Sur Global. La cría de animales de granja es vital para la subsistencia de casi mil millones de personas en África y el sur de Asia. Las cabras, las vacas y las ovejas proporcionan leche y carne, tiran del arado, están profundamente arraigadas en las culturas y actúan como una forma de seguro en tiempos difíciles.

"Realmente no vemos un futuro sin ganadería", afirma Jacobo Arango, de la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) (la Alianza). "Hay que mejorar los sistemas ganaderos actuales, no deshacerse de ellos. Los inversores tienen que empezar a destinar dinero a soluciones para transformarlos."

Cualquier inversión para mejorar estos sistemas debe tener en cuenta tanto la mitigación del cambio climático como la adaptación al mismo, afirma Julián Ramírez-Villegas, de la Alianza y la Universidad de Wageningen, algo que la mayoría de los inversores y países aún no están haciendo. "No se puede separar la vaca que emite el gas de efecto invernadero de la vaca cuya producción se ve afectada por el estrés climático". Las intervenciones y políticas centradas únicamente en mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero podrían tener consecuencias negativas para la capacidad de los pequeños agricultores de adaptarse a las cambiantes condiciones climáticas, y viceversa.

En su artículo, Arango, Ramírez-Villegas y coautores analizaron tanto las emisiones ganaderas como los riesgos climáticos de 132 países de bajos y medianos ingresos, y descubrieron que, en casi todas partes, la mitigación y la adaptación estaban entrelazadas. Identificaron a India, China, Brasil, Pakistán y Sudán como las cinco principales prioridades de inversión - lugares con elevadas emisiones y un gran número de personas y animales expuestos al estrés climático. En conjunto, estos cinco países representan el 46% del valor total de la producción ganadera, el 35% del total de la población rural expuesta a los riesgos climáticos y el 51% de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la ganadería.

"Un puñado de países contribuye de forma desproporcionada a las emisiones ganaderas mundiales", explica el coautor Todd S. Rosenstock, de la Alianza, principalmente por su tamaño y su gran población. "Estos actúan como puntos críticos de influencia para las interacciones del sector ganadero con el sistema climático, la tierra y los medios de subsistencia. Las estrategias de mitigación eficaces deben dar prioridad a las inversiones en prácticas ganaderas sostenibles en estas regiones de alto impacto".

Eso no exime a los países de ingresos altos de sus emisiones ganaderas, ni significa que no deba invertirse en otros países de bajos ingresos, advierte Ramírez-Villegas. Kenia y Etiopía, por ejemplo, obtuvieron puntuaciones muy altas. "Simplemente, si se transforma la forma en que se produce el ganado en estos cinco países, se puede marcar una diferencia muy, muy grande en el sistema climático".

La investigación ya sugiere vías para dicha transformación. En el nivel más básico, la producción ganadera debe desvincularse de la deforestación, afirma Arango. "Tenemos suficiente tierra. Hay que detener la deforestación y punto. No hay justificación para que la producción ganadera se haga a costa de los bosques". Impulsar la asistencia técnica para ayudar a los ganaderos a implantar sistemas de pastoreo rotativo es también una acción obvia.

Cambiar la dieta de los animales por plantas forrajeras adaptadas a la zona es más inteligente desde el punto de vista climático que comprar piensos comerciales. Además, existe la posibilidad de reducir las emisiones de metano sin reducir el tamaño de los rebaños. Los investigadores de CGIAR en Colombia han descubierto que añadir leguminosas forrajeras a los monocultivos de pastos tradicionales puede reducir las emisiones de metano de las vacas en un 15% (en el contexto colombiano).

La siembra de árboles en sistemas de pastoreo - o silvopastoreo - también tiene múltiples beneficios climáticos. Los arbustos y los árboles pueden mejorar el almacenamiento de carbono y la salud del suelo, aumentar la productividad, impulsar la biodiversidad y brindar sombra a los animales durante las olas de calor. En Colombia, la inversión gubernamental ha ayudado a impulsar la expansión de los sistemas silvopastoriles en 35.000 hectáreas sólo en 2023, con el objetivo de alcanzar las 300.000 hectáreas en 2026. En Brasil, varios programas de reforestación también están ampliando el silvopastoreo en todo el país.

En Etiopía, un proyecto de investigación de CGIAR reúne tecnología de teledetección, imágenes por satélite y sensores sobre el terreno para recopilar datos esenciales sobre niveles de agua, caudales y condiciones de las fuentes de agua, con el fin de proporcionar a los pastores información casi en tiempo real que les ayude a tomar decisiones inteligentes sobre adónde llevar sus rebaños, y decisiones difíciles sobre cuándo sacrificar o vender animales en caso de sequía persistente.

"Tener diez animales débiles es mucho peor en términos de mitigación y adaptación que tener cinco en buen estado", afirma Ramírez-Villegas.

Si se demuestra su eficacia, este sistema podría tener una enorme repercusión en toda África, donde 268 millones de personas vulnerables al clima crían animales en el 43% del continente.

"Este tipo de análisis son fundamentales para que podamos concentrar los escasos recursos en los lugares y en los temas con máximo potencial de impacto", afirma Andy Jarvis, director del programa Future of Food de Bezos Earth Fund. "Los resultados aquí publicados sin duda servirán para fundamentar nuestras inversiones para hacer la ganadería más sostenible, reducir las emisiones del sector y hacerlo más amable con la naturaleza."

Las intervenciones tendrán que adaptarse al contexto específico de cada país, afirma Arango. Pero las oportunidades de transformación son inmensas y están infrafinanciadas.

"Si los ganaderos de todo el Sur Global pudieran mejorar la gestión de sus pastos y sembrar árboles, y acceder a redes de seguridad, información y recursos que les ayuden a tomar decisiones climáticamente inteligentes, creo que se produciría un cambio drástico tanto en las emisiones de carbono como en la productividad."

Crédito de la foto: Un productor de Bengala Occidental, India, utiliza su ganado para obtener leche y fuerza de tiro (Steve Mann/ILRI).