Comunidades en Guatemala guardan la diversidad del maíz

Comunidades en Guatemala guardan la diversidad del maíz

La región de Huehuetenango, en las tierras altas de los Cuchumatanes al occidente de Guatemala, es un importante centro de diversificación del maíz.

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La región de Huehuetenango, en las tierras altas de los Cuchumatanes al occidente de Guatemala, es un importante centro de diversificación del maíz. Mientras que los agricultores de esta región han heredado de las  generaciones anteriores una gran cantidad de variedades locales y tradicionalmente las han mantenido en sus fincas, las condiciones medioambientales y sociales cambiantes están empezando a tener un impacto negativo en la diversidad genética local y la seguridad alimentaria. Durante los últimos diez años, las variaciones  climáticas y los desastres naturales han afectado considerablemente los sistemas de producción basados en maíz y como resultado los pequeños agricultores son quienes están siendo afectados. La fragmentación de la tenencia de la tierra, junto con prácticas de selección y conservación de semillas inadecuadas está afectando gravemente los rendimientos y causando una tendencia hacia el abandono de las variedades locales. Los agricultores empiezan a adquirir semillas de variedades comerciales en el mercado, pagando altos precios por material mejorado que frecuentemente no responde bien en condiciones marginales, no coincide con las preferencias de los agricultores ni responde a los múltiples usos del cultivo de maíz.

La biodiversidad agrícola es clave para la adaptación de los cultivos en ambientes marginales y mantener las tradiciones y culturas locales. Basado en esta convicción, Asocuch, una asociación guatemalteca de cooperativas agrícolas, junto con la Fundación para la Innovación Tecnológica, Agropecuaria y Forestal (FUNDIT) y el Instituto de Ciencias y Tecnología Agrícolas (ICTA), a principios de 2000 comenzó a trabajar para rescatar la biodiversidad del maíz en la zona, en el marco del “Programa de Colaboración en materia de Fitomejoramiento Participativo en Mesoamérica”.

Comenzando en la comunidad Quilinco, variedades locales de maíz conservadas por los agricultores fueron recolectadas y caracterizadas, formando una colección representativa de la diversidad en la región. Este material sirvió de base para un proceso de fitomejoramiento participativo. Inmediatamente se hizo evidente que las semillas originales debían ser conservadas como referencia durante el proceso de mejoramiento, por tanto un banco de semillas fue establecido en Quilinco. A lo largo de los años, los materiales mejorados están siendo incluidos en el banco, debidamente rotulados con el nombre del agricultor contribuyente y el tipo de maíz (negro, rojo, etc.). Actualmente el banco de Quilinco mantiene alrededor de 657 accesiones de maíz. Otros siete bancos de semillas comunitarios han sido establecidos en otras comunidades de la zona. Más de 1000 agricultores han sido capacitados en el tema de selección masal y conservación de semillas, logrando incrementos significativos en los rendimiento de las variedades locales (de un promedio de 1,5 ton/cuerda a 4 ton/cuerda, siendo la 'cuerda' la unidad de medida tradicional, correspondiente aproximadamente a 700 m2) y contribuyendo al fortalecimiento de la semilla y la seguridad alimentaria de más de 5000 miembros de la comunidades en la región. Recientemente, losr participantes al proyecto de fitomejoramiento omunidad han identificado las variedades mejoradas de mayor uso y han empezado a multiplicarlas y producir paquetes de semillas para la venta, estableciendo las bases de un mecanismo para la sostenibilidad financiera de la iniciativa comunitaria.

Sin embargo, existen retos para la difusión y adopción de estas semillas. La calidad de las semillas producidas por el fitomejoramiento participativo no está reconocida o respaldada por mecanismos institucionales. Actualmente, Asocuch está participando en las discusiones técnicas y políticas en torno a la redacción de una ley nacional de semillas, abogando por la inclusión de regulaciones apropiadas para semillas de variedades criollas.

Con el lanzamiento del  proyecto de Bioversity International ‘Fortalecimiento de las capacidades nacionales para implementar el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura’ en Guatemala, se espera que haya más consciencia de la necesidad de reconocer y apoyar el rol de los agricultores en conservación y uso de la biodiversidad agrícola. partea la vez, durante la elaboración participativa del ‘Plan de Acción Estratégico para el Fortalecimiento del papel de los Recursos Fitogenéticos para la Adaptación al Cambio Climático en Mesoamérica’ (también apoyado por Bioversity International), se puso mucho énfasis en los bancos comunitarios y en el fitomejoramiento participativo como herramientas eficaces para hacer frente a los crecientes desafíos del cambio climático. La aplicación del Plan de Acción en los próximos diez años, proporcionará oportunidades de coordinar acciones en apoyo a los agricultores de los Cuchumatanes y otros involucrados en iniciativas similares.

Gea Galluzzi e Isabel Lapeña