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Café sostenible adaptado al clima en El Salvador

El café es básico en las exportaciones y producción agrícola de América Central, y El Salvador no es la excepción. Este constituye el segundo mayor producto de exportación en términos de valor, con ingresos anuales de US$113,4 millones en moneda extranjera. El sector cafetalero genera más de 40.000 empleos directos en el área rural de El Salvador. El país produce exclusivamente café arábica, en su mayoría cultivado a una altitud que oscila entre los 600 y 900 m s. n. m. (51 %). Estas características colocan al futuro del cultivo del café en El Salvador en una senda cada vez más estrecha y accidentada. A diferencia del café robusta, el café arábica es altamente vulnerable al cambio climático, especialmente a una altitud tan baja, como en la que se cultiva en El Salvador. Para agravar la situación, estudios muestran que Mesoamérica, y El Salvador en particular, es la región que se proyecta va a sufrir los impactos más severos del aumento de las temperaturas en la producción de café arábica a pesar de que los países en América Central son emisores relativamente pequeños de gases de efecto invernadero (GEI). Como parte del paisaje en esta región, las fincas cafetaleras de El Salvador se volverán cada vez más vulnerables a una serie de riesgos climáticos: El Niño Oscilación del Sur (ENOS), sequías, tormentas, vientos fuertes, lluvias intensas e inundaciones. La calidad y la productividad son especialmente vulnerables a cambios en la temperatura y la precipitación pluvial. Las zonas cafetaleras de El Salvador se han vuelto más secas y calurosas en las últimas tres décadas. Las temperaturas anuales han aumentado en todo el país alrededor de 0,8 °C y durante los meses más secos, la precipitación se ha reducido un tercio.