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Guía técnica para la utilización sostenible de residuos orgánicos en cultivos perennes utilizando lombrices de tierra

Está previsto que la población mundial aumente en 2.000
millones de personas en los próximos 30 años, de 7.700
millones en la actualidad a 9.700 millones en 2050, según
un nuevo informe de Naciones Unidas (ONU, 2019). Esto
genera grandes desafíos para los sistemas alimentarios ya
que se requiere producir suficientes alimentos nutritivos
y asequibles a una población mundial en crecimiento,
mientras se ocupan de sortear los efectos ya severos del
cambio climático en la producción y hacer frente a los
problemas relacionados con las emisiones de gases de efecto
invernadero y la huella ambiental (FAO y FIDA 2019).
Una alternativa viable para aumentar la producción de
alimento en los países en desarrollo, es la introducción de
nuevos sistemas agrícolas y de tecnologías mejoradas. En
este contexto la Agricultura Familiar (AF), que produce
más del 80% de los alimentos, desempeña un papel vital no
solo en la producción sostenible de alimentos, sino también
en el empleo rural y la generación de ingresos, la gestión
ambiental de las áreas rurales y marinas y su biodiversidad
(FRM, 2019).
Los agricultores familiares son los principales contribuyentes
a la seguridad alimentaria y la nutrición, la gestión de los
recursos naturales, la cohesión comunitaria en el medio rural
y el patrimonio cultural. Se estima que existen unos 500
millones de explotaciones familiares, cifra que representa
más del 90% de todas las explotaciones del mundo. También
son un pilar fundamental del desarrollo general de los países,
que contribuye al logro de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible (ODS) (FAO y FIDA, 2019; FRM, 2019).
Sin embargo, la mayoría de los agricultores familiares
son agricultores de pequeña escala, expuestos a diversas
limitaciones que no permiten su desarrollo económico
y productivo. Entre otras: a) Bajo desarrollo de capital
humano, b) Baja dotación de bienes de capital, c) Bajo
nivel tecnológico, d) Débil integración a las cadenas
productivas, e) Degradación de los recursos naturales, y
f) Alta vulnerabilidad ante contingencias climatológicas
(SAGARPA, 2012).
Se hace necesario acelerar la transición hacia sistemas
alimentarios y agrícolas más sostenibles que puedan
proporcionar oportunidades económicas y sociales y,
al mismo tiempo, proteger los ecosistemas de los que
depende la agricultura respetando la diversidad cultural
y social de los territorios. Esto puede lograrse usando
eficientemente la diversidad de especies y recursos
genéticos para mejorar la fertilidad del suelo y la
regeneración de los recursos naturales. La aplicación de
estas prácticas reducirá la necesidad de insumos externos,
disminuirá los costes de producción y fortalecerá la
resiliencia y la viabilidad económica, además de generar
externalidades positivas y contribuir a la adaptación al
cambio climático y su mitigación (FAO y IFAD, 2019).
Esta guía pretende contribuir a la utilización eficiente
de los recursos generados en las fincas, con el fin de
aumentar la productividad de los cultivos, mejorar la
calidad del suelo y promover, de esta forma, la transición
hacia una agricultura más sostenible y respetuosa con el
ambiente, que permita la conservación y renovación de
los recursos naturales, mejorando la calidad de vida de
los agricultores.