Medición de la diversidad de la finca a la mesa: nuevo informe evalúa 10 países mediterráneos
Research ArticlesLa reconocida dieta mediterránea se fundamenta en diversos alimentos. Sin embargo, después de evaluar la agrobiodiversidad, el consumo, la producción y la conservación en la región, los investigadores indican que se necesitan medidas adicionales –sobre todo en las fincas– para asegurar la resiliencia de los sistemas alimentarios.
¿Por qué medir la agrobiodiversidad mediterránea?
¿Qué alimentos vienen a tu mente cuando piensas en “la dieta mediterránea”? Para la mayoría de las personas, el término evoca fuertes asociaciones con ingredientes frescos y mínimamente procesados: aceite de oliva, frutas frescas, hortalizas, legumbres y granos integrales, seguidos por pescado y productos animales que juntos conforman una producción y consumo local de alimentos que ofrece beneficios sociales, económicos y culturales. Abarcando países que van desde Italia hasta Líbano y desde Marruecos hasta Grecia, ¿puede esta dieta servir de modelo de sistemas alimentarios más nutritivos y amigables con el ambiente?
En un nuevo informe, investigadores indican haber examinado 10 países mediterráneos para aclarar un factor importante, aunque muchas veces desconocido: el estado de la agrobiodiversidad (plantas, animales y microorganismos) en fincas, en mercados y en la mesa. Por medio del Índice de Agrobiodiversidad, una herramienta desarrollada por la Alianza de Bioversity International y el CIAT, el informe ha identificado riesgos (como especies en peligro de extinción), pero también oportunidades (fuentes alternativas de ingreso, cultivos sostenibles adaptados al clima y opciones nutritivas de alimentos).
Las implicaciones del informe: las dietas constituyen solo una parte de nuestro sistema alimentario
La buena noticia es que todos los países mediterráneos evaluados mostraron una conservación de la agrobiodiversidad por encima del promedio, lo cual refleja la riqueza natural que posee la región tanto de cultivos como de plantas silvestres, así como los esfuerzos realizados para su protección. Sin embargo, a pesar de que algunos países (Líbano, Italia, Francia y España) muestran niveles particularmente altos de diversidad en el consumo, la calificación general mediterránea no es más alta que el promedio global. Las puntuaciones en producción fueron más bajas, significativamente por debajo del promedio global.
¿Qué sugiere esto? Los jardines botánicos, bancos de germoplasma y reservas naturales pueden estar salvaguardando la agrobiodiversidad y las dietas pueden incluir varios alimentos (entre ellos productos importados), pero actualmente, los paisajes productivos mediterráneos se encuentran dominados tan solo por uno o unos cuantos cultivos, con una mínima proporción de vegetación natural (<10 %). Este bajo índice de agrobiodiversidad en finca pone a los sistemas agrarios y medios de subsistencia en mayor riesgo de padecer brotes de plagas y enfermedades, degradación del suelo y rendimientos insostenibles, y se prevé que dichos riesgos empeoren a causa del cambio climático.
Como señalan los autores del informe, enfocarse únicamente en la dieta no captará todas las partes del sistema alimentario. En cambio, se necesitan acciones y compromisos de incorporación de la agrobiodiversidad: en otras palabras, asegurarse de que se integren diversas especies en todo el espectro de la producción y consumo.
Cerrar las brechas: los países deben aumentar su compromiso en biodiversidad
Los países con las puntuaciones más altas en agrobiodiversidad que registró el informe ya han adoptado medidas para incorporar agrobiodiversidad a sus sistemas alimentarios, mediante políticas, directrices dietéticas, inversión en agricultura orgánica y más. Cuáles son las medidas adicionales necesarias depende de la situación actual de la biodiversidad en cada uno: países con puntuaciones más bajas deben priorizar iniciativas inmediatas de conservación para frenar la actual pérdida de diversidad, en tanto los países con puntuaciones más altas pueden enfocarse en aumentar la complejidad del paisaje (sembrar más variedad de cultivos o incorporar hábitats naturales dentro de las tierras agrarias, por ejemplo, con setos y arboledas). Otras medidas incluyen un mejor monitoreo de prácticas agrarias, como cultivos intercalados y agrosilvicultura, así como facilitar el acceso de los agricultores a semillas diversas.
Para que dichas medidas sean exitosas, se necesita una mayor firmeza de los compromisos nacionales en materia de agrobiodiversidad. Actualmente, los esfuerzos nacionales para cumplir con las metas mundiales establecidas por el Convenio sobre la Diversidad Biológica de la ONU se quedan cortos, desaprovechando los vínculos entre la protección de la diversidad genética y la satisfacción de las necesidades humanas, como la nutrición y los medios de subsistencia. En el presente, los países tienen la oportunidad de mejorar esta situación, al revisar sus planes nacionales de acción con motivo del Marco de la biodiversidad posterior a 2020.
¿Cómo se puede trasladar esto a la finca, el mercado y la mesa? Un ejemplo: los compromisos de suministro de alimentos en los mercados (como políticas de adquisiciones o incentivos para vender alimentos diversos y producidos localmente) haría más rentable producir diferentes cultivos. Estimular la diversificación en finca podría rendir beneficios, como suelos saludables, mayor cantidad de micronutrientes en las dietas, más polinizadores e ingresos extra para los agricultores.
En esencia, como muchas otras regiones del mundo, el Mediterráneo aún debe mejorar para poder garantizar el estado de la riqueza natural de su agrobiodiversidad. Una mayor conciencia de los beneficios de la biodiversidad, combinada con los esfuerzos actuales para diversificar los paisajes, podría favorecer que los sistemas alimentarios se vuelvan más resilientes en los próximos años.
Conoce más sobre el Índice de Agrobiodiversidad / Informe del Mediterráneo
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- Para conocer la base científica del Índice de Agrobiodiversidad, lee este artículo.