Informe Anual 2020 La COVID-19 trae nuevos retos al Laboratorio de Virología de la Alianza

Nuestro equipo colaboró para combatir la pandemia en 2020, manteniendo al mismo tiempo nuestras labores habituales al día  

El año 2020 fue de todo menos normal. Una mortífera pandemia agobió a la humanidad, causó estragos en la economía y dificultó más que nunca cumplir con los objetivos mundiales de desarrollo.  

Muchos colegas del Laboratorio de Virología y Equipo de Protección Vegetal de Colombia no podían trabajar desde casa. Nos ajustamos a estrictos protocolos sanitarios y pasamos por confinamientos y otras perturbaciones. 

Sin embargo, fue un año exitoso. Ampliamos nuestro trabajo en vigilancia de enfermedades de cultivos y ayudamos a los proyectos de investigación a cumplir sus cronogramas. La vigilancia de enfermedades de yuca constituye un ejemplo. 

También brindamos apoyo en la respuesta de Colombia a la COVID-19. 

Para nosotros, esta transición se dio de manera natural. Los términos que ahora son familiares para cualquier persona que le esté dando seguimiento a la pandemia –infección asintomática, pruebas moleculares y número de muestras procesadas por día– han formado parte de nuestro léxico cotidiano por años. Aunque nuestro laboratorio se enfocaba en patógenos vegetales, se emplean las mismas técnicas que se utilizan para seguir la progresión de la COVID-19. 

Nuestro equipo secuenció uno de los primeros genomas del virus SARS-CoV-2 de Colombia y se unió a la red nacional para monitorear variantes del virus. Esta red financiada por el Gobierno nos permitió capacitar a técnicos e investigadores en laboratorios socios para monitorear la evolución del patógeno. 

Yuca cultivada en el laboratorio de la Alianza en Vietnam. Crédito: Trong Chinh

La investigación en virología vegetal se acelera

La detección temprana de las enfermedades de los cultivos en el trópico puede representar una gran diferencia para los medios de vida rurales. Podemos identificar un patógeno nuevo, seguirle la pista hasta determinar su origen y comunicar los hallazgos a legisladores, agricultores y socios en desarrollo, de manera que ellos puedan tomar medidas para contener brotes potencialmente devastadores. 

Esto supone un reto en el trópico. Cuando se compara la situación con las regiones templadas, en el trópico se amplía exponencialmente la cantidad de variedades y patógenos que se debe monitorear. De la misma manera que con árboles y aves, la diversidad de patógenos en el trópico es mucho más alta. 

La mayor parte del tiempo, nos encontramos trabajando ardua y silenciosamente tras bambalinas, pero no hay nada que nos cause más satisfacción que ver el despliegue y utilización de nuestro trabajo, también en el trabajo de la Alianza en la Enfermedad del Mosaico de la yuca y la herramienta PestDisPlace (que goza de popularidad con el Presidente de Camboya).  

En el último decenio, he sido testigo de cómo se ha acelerado la obtención de resultados mediante la integración de nuevas disciplinas científicas, entre ellas la nanotecnología, inteligencia artificial, genómica y bioinformática. Con un sólido liderazgo científico, estos equipos multidisciplinarios obtienen resultados con los que antes solo podíamos soñar.  

Ahora que las innovaciones genéticas nos permiten identificar nuevos patógenos en unas cuantas horas o acelerar la generación de una variedad resistente a enfermedades, los fitopatólogos pueden ampliar considerablemente la escala de sus resultados para ayudar a asegurar los medios de subsistencia, los sistemas alimentarios, la salud humana y el bienestar económico. 

Seguir leyendo

Conoce más en: 
MEJORAMIENTO DE CULTIVOS