Blog El cuidado de las semillas del futuro en tiempos de cuarentena

Velar para que las colecciones de fríjol, yuca, banano y forrajes permanezcan vivas, incluso en tiempo de cuarentena, es una labor esencial de la Alianza de Bioversity International y el CIAT para preservar la biodiversidad y la seguridad alimentaria del mundo.

El investigador Javier Gereda, en una de sus actividades en el área de regeneración de semillas de fríjol del Programa de Recursos Genéticos, junto con su compañero de trabajo Yeferson Hernández.

Desde sus sitios de trabajo en laboratorios, invernaderos y campos experimentales en Palmira, Colombia, y en la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, Mónica, Melissa, Madelyn, Ramiro, Javier, Jair, Wilmer, Vincent, Peter y Bart nos cuentan su experiencia en la que asumen con igual responsabilidad las medidas preventivas establecidas por las autoridades sanitarias de sus países y las de nuestra propia organización. Su misión durante el confinamiento es salvaguardar el patrimonio de más de 150 naciones del mundo que han entregado a la Alianza uno de sus más preciados tesoros, sus semillas.

La asistente de investigación Melissa Correa atenta a cómo evolucionan las plantas que están bajo restricción de crecimiento en el invernadero de yuca.

Multiplicando el patrimonio de un país

“Es algo único. Es un fríjol cultivado sin suelo, solo en agua, es fríjol hidropónico. Estamos empezando, pero ya lo tenemos establecido”, dice orgulloso el investigador Javier Gereda. Su rutina en el área de regeneración de semillas de fríjol del Programa de Recursos Genéticos, en la sede de la Alianza en Palmira, no cambió. Pero desde que inició la cuarentena, la responsabilidad de mantener vivas estas colecciones en campo recae sobre sus hombros y en los de once compañeros más, que están en las estaciones experimentales externas.

Además del cuidado de este tipo de fríjol que no tiene problemas sanitarios causados por el suelo, Javier debe estar atento a que las semillas que les entregaron para multiplicar en campo lleven su curso normal de crecimiento. Hay un par de especies de fríjol que también merecen especial vigilancia. Se trata de la Phaseolus hygrophilus y Phaseolus albicarminus, de las que ya no hay rastro en el país donde fueron recolectadas, Costa Rica. “Perder una variedad, es perder el patrimonio de un país”, dice el investigador.

El investigador Ramiro Sabogal es compañero de trabajo de Javier y ha estado muy activo desde que comenzó la cuarentena, incluso, hubo un fin de semana en que quedaron todos los campos de recursos genéticos bajo su responsabilidad. Entre sus tareas está también la visita a las cámaras de crecimiento para regar las accesiones de fríjol que están en “cuidados intensivos”.

Entre tanto, Javier también debe recorrer las cinco estaciones de regeneración de semillas que tiene la Alianza, coordinando las labores básicas de mantenimiento de los cultivos: riego, podas, fertilización y hasta la cosecha. Porque el compromiso de multiplicar las 120 semillas que les dieron por cada accesión o material y llevarlos a 1.800 semillas frescas, no entra en cuarentena.

No es el trabajo de una o dos personas, es la consolidación de un trabajo en equipo que debe estar bien coordinado.

Javier Mauricio Gereda
Asistente Investigación Regeneración Fríjol, Programa de Recursos Genéticos, Alianza de Bioversity International y el CIAT

Mónica Vélez, asistente de investigación, durante una revisión al material in vitro de yuca en el laboratorio de Recursos Genéticos, en Palmira.

Tras la custodia de las fuentes primarias

Mónica Vélez y Melissa Correa, asistentes de investigación, acordaron turnos semanales para monitorear el laboratorio in vitro de yuca y sus invernaderos. En la soledad del laboratorio, estas jóvenes investigadoras recorren los pasillos del cálido cuarto iluminado con potentes luces blancas donde resaltan los nombres de los 28 países de donde ha llegado material genético para su conservación.

Chequean si las plantas de yuca conservadas en tubos de ensayo están creciendo bien, si empiezan a envejecer, si sus hojas ya se tornan amarillentas y si se hace necesario llevarlos al área de siembra para su multiplicación en medios frescos, y así darles una nueva oportunidad de vida y de paso, garantizar la conservación de los materiales a largo plazo.

Afuera, en el invernadero, se encuentra la copia de seguridad mantenida bajo restricción de crecimiento, en un sistema denominado colección bonsái. Allí se busca evitar que insectos, ácaros o cualquier otra plaga ataquen las plantas, pues el establecimiento de estas ha tomado mucho tiempo. También se debe garantizar el riego de las plantas y el control de malezas.

“Si se pierden las fuentes primarias, estaríamos en serios problemas. La alimentación de hoy y del futuro depende de salvaguardar estas plantas”, dice Mónica, quien confía que muy pronto todo vuelva a la normalidad y el equipo de trabajo completo regrese para seguir cumpliendo la tarea de conservar las más de seis mil accesiones de yuca que están custodiadas en este banco.

Wilmer Ávila también está pendiente de regar las gramíneas y leguminosas en tiempos de cuarentena que les permitirá a estas semillas seguir su cadena de conservación.

Trazando el camino a Svalbard

Cuando tienen alguna labor específica por adelantar conjuntamente, Jair Bolívar y Wilmer Ávila llegan a campo, pero tienen muy claro que deben evitar cruzarse por sus caminos en estos tiempos de distanciamiento social. Cada uno por su lado, sabe lo que debe hacer para mantener erguidas las forrajeras, aquellos pastos que sirven para alimentar ganado y que contribuyen a la reducción de los impactos ambientales.

Concentrado en cada flor, Jair va cosechando la semilla de una variedad conocida como Stylosanthes, sin más herramientas que sus propias manos. Jair guarda las semillas en pequeñas bolsas de tela, las marca y las conservará hasta que pase el confinamiento obligatorio y regresen sus compañeros del banco de Recursos Genéticos para seguir la exigente cadena de conservación que les permitirá llegar a estas semillas, incluso, hasta la Bodega Global de Semillas en Svalbard, muy cerca del Polo Norte.

Jair y Wilmer también se encargan de podar, regar y fumigar las gramíneas y leguminosas que crecen en medio de la soledad de este campus de 500 hectáreas.

“Estoy muy contento de contribuir al programa en estos momentos”, asegura el trabajador de campo, y, consciente de su tremenda responsabilidad, Jair es enfático en señalar: “estamos preparados para no dejar morir este patrimonio”.

Peter Wenzl, líder del Programa de Recursos Genéticos en Palmira, coordina todas las actividades que se programaron para los tiempos de cuarentena, apoyado de su equipo de más de 80 personas, la mayoría, incursionando en el ya famoso teletrabajo.

Es en momentos como éstos que tenemos que cumplir con nuestro rol de guardianes de la agrobiodiversidad

Peter Wenzl
Líder del Programa de Recursos Genéticos, Alianza de Bioversity International y el CIAT

En el laboratorio del Centro Internacional de Tránsito de Germoplasma de Musa en Lovaina, Madelyn Ibana chequea el material in vitro de banano.

Por el futuro de una colección única

El Centro Internacional de Tránsito de Germoplasma de Musa alberga la mayor colección mundial de germoplasma de banano: más de 1.500 accesiones de especies comestibles y silvestres de banano están conservadas in vitro. En la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, Madelyn Ibana, Vincent Fichefet y cuatro colegas más, se turnan para adelantar actividades esenciales en el laboratorio, que, de no hacerse, pondrían en riesgo el valioso germoplasma o retrasar, incluso, la investigación por algunos años.

“Soy consciente de que el seguimiento continuo en nuestro laboratorio es un aspecto crucial para el futuro de la colección de banano. Eso no podemos ignorarlo”, dice Madelyn, quien debe también realizar el registro de las actividades adelantadas durante el día para asegurar que estén documentadas en una completa base de datos.

La colección de banano que movemos con más frecuencia se conserva in vitro condiciones de crecimiento lento a 16 °C. Por seguridad, también se congelan muestras para el largo plazo en criotanques a -196 °C, la temperatura del nitrógeno líquido, en un proceso llamado criopreservación.

“Es esencial, por ejemplo, el cribado y llenado regular de los criotanques con nitrógeno líquido y el mantenimiento in vitro de las accesiones de banano que aún no están criopreservadas (30%). En teoría, podríamos confiar en casi el 70% del germoplasma de banano que se encuentra crioconservado, pero si tenemos que restablecer todos nuestros cultivos in vitro a partir de material crioconservado, pasarán años antes de que el germoplasma esté disponible para enviar a nuestros usuarios. Es por eso que actualmente, Ines Van den Houwe, la curadora de germoplasma de banano, y yo también decidimos mantener el stock de plantas en la cámara fría a un nivel mínimo (pero esencial)”, asegura Bart Panis, especialista en criopreservación y líder del equipo de conservación de la Alianza.

El investigador cuenta la razón de peso por la que el vicerrector de la Universidad Católica de Lovaina les permitió continuar con actividades básicas en el laboratorio: “porque es la colección mundial de banano. La motivación de este equipo de trabajo en este momento asegura la recolección de material para las futuras generaciones”.

37,938

6,155

22,694

1,500

Material de Fríjol Material de Yuca Material de Forrajes Material de Banana

 

Se almacenan en los bancos de germoplasma de la Alianza en Palmira y Lovaina.